Cuando supimos que era la vaca la que estaba llenando el pueblo de grafitis don Luis se enfadó mucho:
– ¿Quién le ha enseñado a escribir a la vaca?
– Ha aprendido sola, padre.
Cuando no se sabía la autora, a todo el mundo le parecían grandes frases, con mensajes tan sutiles o tan sesudos que nadie entendía lo mismo de la misma pintada. Pero luego mi tía resumió el desencanto general:
– Claro, eran cosas de vaca.
A la vaca la mandó don Luis al matadero pero nadie borró sus pintadas. Ahora los niños las ven y preguntan qué significan.
– Que la vida es sólo un hueco en el sol – les digo.
– Hablas como una vaca.
Lugar: Roblelacasa – España