Damien Jurado anda por España finalizando de nuevo otra gira, y otra vez fuimos a verle. Escuchar a Jurado es para decir a lo gafapasta “qué desgarro de voz”. Y sí, digo gafapasta por no decir “osea experto en música actual”, que es de lo que estaba lleno el Teatro Lara anoche, incluyendo algún que otro presentador de televisión, muy gracioso por otro lado.
De la música, pues qué decir que de nuevo dio un recital con una guitarra que se desafinaba y con dos micrófonos, el normal y el de la distorsión-ecos raros.
Como siempre en mi caso, no conocía ni la mitad de las canciones (lo de Damien es un estilo, no es un tipo de hits que se diga), pero escuchar sus letras y sentir la pasión que pone, ya basta.
De los comentarios, momentazo cuando se puso a llorar recordando cómo su hijo le dijo que estaba orgulloso de él. Y cómo nos recordó que el trabajo que tenía (sus giras) cansan como cualquier otro aunque se ponga el corazón en lo que haces.
Al final del concierto, nos emplazó al hall del Teatro para al menos darnos un high five y allí estaba yo, con cámara de fotos en mano para recordar para siempre una magnífica noche de miércoles otoñal en Madrid.