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Poniente de Elefante

Semana 35

David tenía las orejas grandes como dos hamburguesas; los chavales se metían con él. Cuando David cumplió 11 años los compañeros le tiraron tanto y tan fuerte de las orejas que se le quedaron como dos rodajas de sandía. Para intentar que encogieran metió la cabeza en el congelador, y nada, en la secadora, y nada, se las recortó en el espejo y al rato le crecían el doble. A David me lo encontré ahorcado en un parque cuando todavía no era de día; desde el otro lado del árbol se veían asomar las orejas; sólo cuando lo descolgó el forense le menguaron hasta el tamaño de un mejillón.

Lugar: Islas Molucas – Indonesia

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Semana 34

Todos los días le compro un helado a la japonesita. Me vuelven loco su sonrisa de pez, su piel con arroz, el cariño que pone en la última bola. Me voy y cuando ya no me ve tiro el helado. Ayer le hice una foto y le dije si me dejas la pongo en internet y te hago famosa. Se rio como un geranio, y yo entendí que eso era un sí. Un día tengo que decirle que es una ventana en mitad del día, y que tiro sus helados, pero que me ha dicho el médico que los alérgicos a la lactosa nos curamos con un beso de heladera.

Lugar: Miyajima – Japón

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Semana 33

A mí lo que me gusta no es la coincidencia de que les separe o les una una estrella, y que a la estrella podamos llamarla María, Alejandra, hija. A mí lo que me gusta es cómo ella le agarra a él, no se ve, pero lo veo, con fuerza pero sin desesperación, para que no vuele y para no ahogarlo. A mí lo que me gusta es cómo él pierde la cuenta de las olas porque a veces no está claro el criterio, la altura que debe tener una onda para ser ola, y vuelve a empezar. A mí lo que me gusta es cómo han conseguido respirar a la vez sin darse cuenta. Y cuando ella dice ¿nos vamos?, y él, no, espérate un poco que estoy a punto de ser feliz.

Lugar: Mallorca – España

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Semana 32

Manu entraba a la discoteca y desde la escalera mismo miraba a granel a las tías y elegía a las 3 ó 4 con las que se iba a enrollar. Luego se acercaba, les decía algo al oído y a veces ni eso, y las probaba entre ron con cocacola y ron con cocacola, supongo que para quitarse el sabor de una a otra y no confundirse. Con el culo del último cubata en la mano se acercaba a la ganadora y se la llevaba así, del dedo meñique, escaleras arriba hasta el coche. Nosotros nos quedábamos comentando los detalles para asegurarnos de que había pasado, qué cabrón el Manu, nos acabábamos el litro común y nos cambiábamos de bar porque en éste ya sólo podíamos hacer el ridículo, qué cabrón el Manu.

Lugar: Brighton – Reino Unido

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Semana 31

Siempre llevo esta foto a las entrevistas de trabajo. Mire si me apasiona la fotografía, les digo, que ésta es la primera foto que tomé, cuando sólo era óvulo; uno de esos dos estaba a punto de fecundarme. Alguno levanta la ceja, alguno se sonríe, alguno se parte, ninguno me contrata. Y salgo de sus despachos triste arrastrando mis pies de rana.

Lugar: Parque Nacional de Cabrera – España

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Semana 30

Mira, ése es el lomo de mi dragón, que asoma; mi violento, mi inmaduro, mi impaciente; el que tiene miedo y saca fuego, el que dice digo y luego Diego; mi yo, mi no, mi rencoroso. Mira, ése es mi dragón, que se va; ya volverá.

Lugar: Alcossebre – España

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Semana 29

Cuando mi tía sale a fumar al patio los vecinos se asoman a mirarla. Mi tía huele a tabaco con colonia, pero ese olor indeciso no les llega a los mirones. Mi tía les enseña sobre todo el lado del tatuaje; no está especialmente buena, pero juega bien sus cartas: se sienta despacio como una diosa en la tumbona, se airea el pelo, se toca el tatuaje como sin querer, echa el humo con boca de pez, esas cosas, pero sobre todo juega con que el vecino medio está muy salido. Mi tía ha tenido varios novios y ningún amor, vive con mi abuela, no se llevan bien pero se dan calor. Total, que las tardes en que las nubes vienen así, como en puntos suspensivos, me acuerdo de mi tía y digo mira, ya ha salido el bloque a fumar.

Lugar: Andújar – España

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Semana 28

Marcos es de los que creen en lo pequeño y hace castillos con palillos de dientes. María es de las que creen que la vida es una tela, un montón de hilos en los que uno puede confiar. Marcial es de los que creen que la felicidad es una gacela con patas muy finas. Marcela es de las que creen que somos más fuertes de lo que imaginamos, que el pez no vence al mar por su tamaño, sino por su forma. Marta es de las que creen que el sol nos alumbra por igual y la vida nos menea a todos con la misma indiferencia. Mariano es de los que creen que hay que empeñarse sin llegar a despeñarse. Por eso, si les pidiéramos que dibujaran la vida, todos nos darían esta foto.

Lugar: Brighton – Reino Unido

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Semana 27

La tarde que explicaron los cefalópodos salí corriendo a tatuarme tu nombre.
– ¿Cómo quieres la tinta?
– De calamar.
– Negra, pues.
Y me metió esta cosa industrial que no se irá nunca. Tú sí te has ido. Yo entonces no sabía nada, no sabía que no nos queríamos, no sabía que querernos no tenía ni podos ni cefala, ni que tatuarme era absurdo porque los cuerpos se van pero los nombres se quedan.

Lugar: Ceuta – España

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Semana 26

“Tengo castillos en el corazón”, nos decía, más amenazando que informando, más por hacerse la interesante que porque le preocupase. Era egoísta como un imán y el último electrocardiograma dijo que su alma, efectivamente, era de arena, y que sus sístoles levantaban un polvo que podía parecer de tristeza pero que sólo era de miedo. Se fue por donde vino, por lo oscuro, y nos dejó la sensación de que alguien había limpiado el aire de castillos y se respiraba mejor.

Lugar: Monument Valley – Estados Unidos

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Semana 25

Ayer hubo fiesta en la selva. Don Elefante llevaba corbata, doña Elefanta pendientes; iban los dos muy elefantes. Al final de la noche llevaban una buena trompa. “Vamos a la laguna”, dijo don Elefante, “paquidermas”. Y así han amanecido, patas arriba; de vez en cuando asoman la trompa para roncar.

Lugar: Poynings – Reino Unido

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Semana 24

Cuando aprendí a leer dejé de pescar. Mamá decía que las letras se me podían escapar de la cabeza y perderse en el mar.

A mí me gustaba llegar a casa oliendo a pescado, a mis amigos les daba envidia, yo ya era un hombre de mar, y a las chicas les daba asco y no se acercaban.

A veces cogíamos peces pequeños como colillas y otras peces grandes como guitarras. A mediodía me gustaba dormirme en la barca a la suave nana del mar.

Dejé de oler a pescado y me eché novia. A veces me escapaba a pescar, porque quería más al mar que a ella.

Ahora ya sé que las letras no se van con las olas. Las letras vuelven, como las olas, y con ellas he escrito esto.

Lugar: Pulau Satonda – Sumbawa – Indonesia

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Semana 23

Enzi, que en suahili significa poderoso, es el líder de la pandilla porque es el que más se ríe, con unos dientes enormes que en esta foto no se le ven, y todos le quieren mucho.

A las chicas les gustan los cachas, pero les gustan más los felices porque son más fuertes. Las sonríe y se deshacen, porque les despierta la madre, la infancia, lo posible, vete a saber.

El padre se empeñó en ponerle Enzi, Enzi, Enzi, porque los nombres marcan y él no quería un hijo pobre como él.

Lugar: Shimoni – Kenya

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Semana 22

Al principio me ha parecido un atardecer, o un amanecer (las fotos deberían traer la temperatura; no huelen igual las 8 que las 20), el Sol dándole un beso a la Tierra en el escote.

Pero luego he visto que era una mujer tumbada que quiere decir algo y no le sale, una mujer con una hoja de tristeza en el pecho que no se va ni con el viento ni con el tiempo, con un pájaro de pena que intenta volar con la misma delicadeza con la que se posó. Y entonces yo también he querido ser Sol para poder abrazarla.

Lugar: Pulau Banta – Komodo – Indonesia

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Semana 21

Levantó la ceja y me dijo en cada buzón encontrarás una historia. Y así fue:
1. Me encanta abrir el whatsapp y encontrarlo lleno de mensajes.
2. Pidió un plus por tener que llevar el correo a un sitio tan lejano y a un señor que tenía un buzón distinto según el punto cardinal del que llegara la carta.
3. En aquella casa cada uno tenía su cepillo de dientes, su juego de cubiertos, su cuarto de baño y su buzón, lo normal.
4. Aquello era un trilero: tiraba un garbanzo al aire, lo perdías de vista, sonaba un repiqueteo de lata y tenías que adivinar a qué buzón había ido a parar.
5. ¿Y los postes que no tienen buzón? ¿Se quedaron sin amigos?
6. Criaba palomas en los buzones que aprendían el olor de las cartas y su origen y su camino y que luego vendía carísimas a SEUR.
7. A las 12 en punto se posaba un buitre en cada buzón y cantaban una salve rociera que emocionaba a las señoras y hacía reír a los niños.
8. El gamberro mueve las cartas de sitio y al señor gruñón le llegan besos de novias que no tiene, la maciza recibe deudas de bancos que no conoce, a mí me llegó el martes un bikini de Cosmopolitan que me pongo para sacar la basura, y anda la comunidad revuelta.
9. Hizo listas de cosas de las que quería deshacerse, y metió cada una en un buzón: en una sus miedos, en otra sus impaciencias, en otra los olores de sus ex novias, y así; al día siguiente las listas no estaban, pero en él no había cambiado nada.
10. Abrió la pastelería en mitad del desierto. Especialidad en brazos de gitano, que se cocían en los buzones al ecológico calor del sol.
11. En un buzón un pie, en otro una oreja, y luego una pierna, hasta completar el cuerpo humano de Planeta Agostini.
12. Mi sobrino tiene tantas novias que tiene un buzón para cada una, para no liarse…
13. Seleccionaron a los 14 marines más gordos y los ascendieron de oficial buzo a buzones oficiales.
14. En cada buzón mi voz rebotaba distinto: en uno se moría dentro, en otro salía amplificada, en otro sonaba a trompeta, en otro las vocales se bailaban de sitio, en otro me traducía al francés, y en otro encontré tu voz que me acunaba y me sacó esta lágrima.

Lugar: Amboy Rd – California – Estados Unidos

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Semana 20

Míralos, tan finos, tan morenos, tan rápidos, tan sin miedo. Y mírame, tan lo contrario.

Fui gordito, lo suficiente para arrastrar michelines y complejo hasta ahora, que ya no lo soy. Crecí con miedo de caerme, con miedo de pincharme, con miedo de enfriarme, con miedo de quemarme.

Míralos, tan felices, y yo tragando rabia, queriendo que se resbalen, sólo un poco, para reírme, sólo un poco, una miguita de lo que se rieron de mí.

Lugar: Santander – España

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Semana 19

Cumplió todas las normas del buen suicida. A saber:
1. Levantar una niebla densa al impacto con el agua, para hacerlo todo más mal sueño, más imposible a los padres, al juez, a la ex novia.
2. Abandonar los zapatos en el puente limpitos y bien colocados para recordarnos con un escalofrío que la muerte es cuidadosa.
3. Despedirse en la hoja de un cuaderno sin explicar nada, condenando para siempre a los que quedan a buscar escombro.
4. Guardar un silencio nada preocupado en el camino en bus hasta el puente.
5. Mirar el reloj antes de saltar, como un buzo, para saber decir en donde va en qué minuto dejó de morirse.
6. Acordarse en los últimos 3 metros de una foto, un abrazo, un grito, lo que sea y agarrarse ya para nada con las uñas a un aire a punto de llenarse de niebla.

Lugar: San Francisco – Estados Unidos

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Semana 18

Opción 1:
– ¿Y usted no cree que hay gente nube, que deja su lluvia, su sombra, su belleza y se va?
– Vaya si lo creo.
– ¿Y a usted no le entran ganas a veces de volverse nube y sublimarse allí en lo más alto de la troposfera?
– Pues sí, a veces sí.
– ¿Y a usted mirando el cielo no le viene lo de que estamos de paso y todo eso?
– Pues sí, a veces también.
– ¿Y no ve caras, animales, cosas en las nubes?
– Eso no, eso es una americanada que siempre acaba en perro.
– Tampoco hay que ponerse así.
– Ya, disculpe.

Opción 2:
Las llevó a un alto y les dijo ahora podéis elegir. Y algunas, las más espirituales, se convirtieron en nube, otras en personas; sólo unas pocas siguieron siendo ovejas.

Lugar: O Grove – España

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Semana 17

Eso es una traviesa de cuando el alcalde quiso traer el tren hasta el mar. Ahora la usan los chavales para enrollarse y los abuelos para partir almendrucos. Cuando hace calor huele a un petróleo dulzón que me trae la infancia. Cuando llueve huele a selva y huyen de ella las hormigas.

Mi abuelo fue maquinista y murió con los pulmones llenos de hollín. Mi padre fue jefe de estación y un día cogió un tren que aún no ha vuelto y morirá solo.

Igual el alcalde también quería irse lejos mar adentro y en el último momento se dio cuenta de que la única patria habitable es el amor.

Lugar: Rodalquilar – España

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Semana 16

Corro porque me persigue el patito gordo que fui. Corro porque correr me licúa la rabia. Corro para vencerme, porque soy el caballo que lleva dentro al peor enemigo: la pereza. Corro por la ducha de medalla. Corro porque en el metódico tictac de mi corazón siempre encuentro un latido de menos, la excepción que me rompe las reglas, el cansancio que no aguanto, el trocito que no soy.

Lugar: Guadalajara – España

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Semana 15

¿Ves el faro? Allí vivieron las 7 hermanas. Cada día de la semana se encargaba una de la luz. Laura los lunes, la luz era blanca como una enfermedad. Marta los martes, atraía lejanísimos bancos de peces que dormían a la sombra del faro. Miriam los miércoles, una luz que vaciaba el cielo de aire, matando tripulaciones enteras y gaviotas despistadas. Julia los jueves, su luz hacía llorar a los piratas. Verónica los viernes, hacía girar a los barcos en espirales que la abrazaban. Sara los sábados, una luz tan corpórea que hacía eses y bailaba según viniera el viento. Y Diana los domingos, contagiaba de musgo lo que tocaba, arruinando velámenes, espadas, dentaduras y corazones.

Lugar: Seven Sisters – Reino Unido

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Semana 14

Se subió a un árbol del camino y empezó a gritar a los que pasaban: “Dichosos los arbolitos que no se comparan con las secuoyas, porque la felicidad es un pajarillo que vuela cuando lo miras. Dichosos los fotógrafos de lo cotidiano, porque sólo existe lo cotidiano. Dichosos los generosos, porque la vida es un frontón. Dichosos los hombres-vela, que aprovechan el viento como venga, y te montan un crucero en un vaso de agua. Dichosos los que no necesitan gritar sus verdades para creérselas. Dichosos los que ríen, porque la alegría es la estrecha puerta de la felicidad. Dichosos los que ríen los primeros, porque reirán más rato. Dichosos los que se agarran a la vida, a las cosas con patitas de hormiga. Dichosos los que silban, porque llenan el aire de luz.”
Se tiró del árbol para matarse porque no cumplía ni una de sus recetas, pero sólo se rompió una pierna porque el árbol no era, ni mucho menos, una secuoya.

Lugar: Joshua Tree National Park – Estados Unidos

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Semana 13

Los cementerios huelen a caca de gato. A veces me paso por aquí para enterrar mis muertos cotidianos. Entro y las piedras me miran como cuando salía a la pizarra, y me pongo un poco rojo, casi no se nota. A mí morirme no me da miedo, me da rabia, por si me dejo el Excel sin guardar, los besos sin dar.
A veces me río de todos los muertos que viven aquí, de los abuelos de mis abuelos, que inventaron el miedo. Cuando llueve escarbo el suelo con las manos para encontrar el aire de sus preguntas. Cuando hace sol me siento con una piedra de respaldo para que me dé sombra, y pienso qué pasaría si la piedra se cayera, la UNESCO me cortaría los huevos; o si se me cayera encima y me dejara dobladito como una nota de despedida en la que los médicos encontrarían la misma letra asustada que los arqueólogos leen una y otra vez en los huesos de los abuelos de nuestros abuelos.

Lugar: Stonehenge – Reino Unido

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Semana 12

Hicieron todo lo que les dijo el brujo: el primer día estuvieron 12 horas a remojo en leche con canela; el segundo se alimentaron sólo de pan rayado y Nescafé; y el tercero hicieron la estrella de 4 puntas mientras cantaban el Himno de la Alegría. Pero no pasó nada: no notaron ningún cambio en las nubes, ni en la dirección del viento, ni en la respiración del mar. “Este cabrón nos ha engañado”, decía Ramón.

Pero a la mañana siguiente pararon todos los programas para decirlo: los miembros del equipo de Gobierno, reunidos en sesión plenaria, habían ido desapareciendo uno a uno dejando en el aire de la sala el ruido y el olor de 12 pedos diferentes (según testigos). El desconcierto duró poco: por la noche ya había nueva cúpula, formada, de momento, por el guapo de Dragones y Mazmorras, la Pantera Rosa y Bananamán. Ramón rompió la hoja de reclamaciones que le había preparado al brujo y se fue a la cama con una sonrisita de migas con Nescafé en los labios.

Lugar: San Juan de la Rambla – España

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Semana 11

– A mí el mar me gusta así, con estas olas chupándonos los pies como un gato.
– Pues a mí también me gusta así, sin gente tocando los cojones.
– A mí me encanta el mar así, con esta luz, que parece que se ha ido el día y se le ha olvidado cerrar la puerta.
– ¿Y a ti, papá, que no dices nada?
– ¿A mí? Así, con vosotros.

Lugar: Conil de la Frontera – España

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Semana 10

“Damián, ¿cómo era la sardina que te comiste ayer?”. O “Damián, ¿cómo eran las agujas que te puso el chino para dejar de fumar?”. Damián, como buen pescador, es un poco exagerado. No es de aquí, se le nota un poco en las eses. Se ríe mucho, con una risa como de asno. Tiene 2 hijos con 2 mujeres; a ellas no las quiere mucho, pero a ellos los adora. “Damián, ¿cómo era tu chico cuando nació?”. Da gusto verle pescar, eso lo dice todo el mundo, hasta los que no han visto nunca antes pescar. “Damián, ¿cómo era la raya que se metió tu tío?”. Cuenta historias muy buenas, de muchas risas, y cada vez se inventa una parte y eso es lo mejor, y a uno no le importa dejar morir la tarde a su lado mientras habla. “Damián, abrázame, anda, que parece que refresca”.

Lugar: Sydney – Australia

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Semana 9

Tuvimos 2 embarazos: uno de gemelos, que no llegó a los 3 meses, y otro el tuyo. A los niños que nacéis después de un aborto os llaman niños arco iris. En tu embarazo dimos vueltas alrededor de este campo de fútbol como planetas locos. Dábamos 3 vueltas al día, 7 días a la semana, para bajar el azúcar, para subir el anabolismo, para estancar el colesterol, nos dijeron. Pero nosotros dábamos las vueltas para sudar miedo, para distraer el tiempo hasta la próxima ecografía; el colesterol nos daba igual, queríamos oír tu corazón. Dábamos todas las vueltas en el mismo sentido, por eso nuestro ojo derecho sabe más de fútbol que el izquierdo, que sabe más de todo lo demás. A los niños que nacéis después de un aborto os llaman niños arco iris.

Lugar: Marsella – Francia

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Semana 8

Tenía las mejores tetas de la oficina, pero a mí lo que me gustaba eran sus axilas, que en verano traía al aire para no sudar en la bici. Me compré una bici para acompañarla a casa cuando salíamos de trabajar. Los primeros días me dejaba atrás en la primera cuesta y me esperaba arriba con una sonrisa como una meta volante; poco a poco me puse en forma y ya podía ir todo el camino a su lado, hablando, pero me gustaba quedarme atrás, cerrar los ojos y seguirla aspirando en el aire el espagueti de su olor.

Nos dijo que se había echado novio un día en la máquina de café. Todos se alegraron mucho. Mi bici anda cogiendo polvo, y la suya también: su novio la trae en coche todas las mañanas, que ya nunca huelen a la hierba recién cortada de sus axilas.

Lugar: Auckland – Nueva Zelanda

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Semana 7

A mi pueblo llegó un chino que ponía agujas para dejar de fumar. Por cada vecino que dejaba el tabaco, el chino hacía 2 cigarros gigantes de madera, en uno escribía el nombre del ex fumador, en el otro el día y hora de su último cigarro, y los hincaba en el suelo uno enfrente del otro; los 2 siguientes los clavaba pegados a los anteriores, y así. Al poco se había formado un caminito de cigarros desde la puerta de su casa hasta las eras. Si el chino hubiera vivido más, el caminito habría llegado al pueblo de al lado y hasta habría dado la vuelta a la Tierra, porque su método era infalible. Lástima, ya digo, que un cáncer de pulmón se lo llevara a los 2 meses. A mí es que me encanta fumar, decía, y se reía y le salía el humo, como a un dragón viejo, entre los dientes, por la nariz y hasta por las orejas.

Lugar: Kyoto – Japón

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Semana 6

En Asia todo es especial y en el númelo 13 de la Lúe del Pelcebe los balcones son palcos, y cuando llueve las gotas caen como telones en las ventanas; cenan cigalas en el 2ºB, después un polo cada uno y en la cama muelen sus deseos; en el salón del del 5ºC flota su novia después de que él, con aquella cala de Ibiza en mente, haya legado su esencia al viento; los del 3ºA se visten sus galas y hablan de política, de fútbol, de lo que sea; el salido del ático sueña con el pelo de la del bajo; y esos 2 pichones, fíjate, tienen celos de papel, qué novatos, y todo a causa del culo de ella; el alquilado del 4ºB, que tiene mucha labia, habla a sus hijos con el alma en la mano; ya lo dice el abuelo del 1ºD: “Este edificio es distinto: dígame si ve a alguien que se lía”.

Aquí, en cambio, en el número 13 de la Rúe del Percebe los balcones son parcos, y cuando llueve las gotas caen como terrones en las ventanas; cenan cigarras en el 2ºB, después un porro cada uno y en la cama mueren sus deseos; en el salón del del 5ºC frota su novia después de que él, con aquella cara de Ibiza en mente, haya regado su esencia al viento; los del 3ºA se visten sus garras y hablan de política, de fútbol, de lo que sea; el salido del ático sueña con el perro de la del bajo; y esos 2 pichones, fíjate, tienen cerros de papel, qué novatos, y todo a causa del curro de ella; el alquilado del 4ºB, que tiene mucha rabia, habla a sus hijos con el arma en la mano; ya lo dice el abuelo del 1ºD: “Este edificio es distinto: dígame si ve a alguien que se ría”.

Lugar: Kyoto – Japón

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Semana 5

– Y todo para decirme que no me quería.
– ¿Te dijo que no te quería?
– No lo dijo así, pero lo dijo; que si éramos 2 trenes con destinos opuestos, que si las hogueras si no se alimentan se apagan…; en fin, topicazos.
– Vaya inútil.
– Ya ves. Al final resulta que éramos como esas 2 bicis: pegadas y sin hablarse; paradas para siempre en el mismo sitio; y si una bici no se mueve no es una bici, es un trasto.
– No llores, que no se lo merece.
– Ya, si es que me sale.

Lugar: Avignon – Francia

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Semana 4

Como lo oyes, el tío cogió el móvil, marcó un número, habló y al terminar le dio una patadita a la carta, que cayó alcantarilla abajo, y se fue. Yo todo esto lo vi desde un banco al sol de la otra acera. Así que cuando a los 10 minutos llegó un poli en moto, se bajó, se acercó a la alcantarilla, se agachó, la remiró, se encogió de hombros y se volvió a la moto, supe que el tío había llamado para informar de algún problema en ese punto. Pero cuando por la reja salió un descomunal eructo de alegría que casi tiró al guardia de la moto y a mí me manchó de gotitas las gafas, supe que el tío era un vacilón, un mago, un genio que le había enviado a Neptuno una carta por ese buzón, devolviéndole después de tanto a la dama de su corazón, y el reecuentro había sido orgásmico allá en el oscuro, limpísimo fondo del mar.

Lugar: San Francisco – Estados Unidos

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Semana 3

¿Te acuerdas?, me seguiste en taxi por media ciudad, como en las pelis, y en las curvas sacabas medio cuerpo por la ventanilla y gritabas ailoviu para que me riera y para que los que sabían inglés y los que no, dijeran, mira, la quiere.

Han pasado muchas cosas (8 años, 2 hijos, tu paro, lo de mi madre…) pero tengo la sensación de seguir de viaje de novios, y en los volantazos que nos da la vida sigo viéndote detrás, queriéndome.

Lugar: Bangkok – Tailandia

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Semana 2

– ¿Usted cree que la puerta del reino de los cielos es bajita para que sólo entren los niños, como en el Imaginarium?
– Vaya si lo creo. A la felicidad hay que entrar desnudito, de egos, miedos, complicaciones y cachivaches, ya sabe.
– ¿Entonces usted cree que sólo los niños son felices?
– Eso no lo he dicho yo; yo, por ejemplo, fui un niño medio feliz, medio asustado, medio niño; yo creo que sólo son felices los mayores a los que después de viajar, llenar y vaciar la maleta, les encuentras un día haciendo tiempo para coger el tren en la granja de Playmobil del Imaginarium de Atocha.

Lugar: Wattamolla falls – Australia

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Semana 1

Ellos follaron durante todo el calor de la tarde, con una alegría de dientes blancos, mientras nosotros andábamos con la escuadra y el cartabón decidiendo cómo escribir el blog, el tamaño y hasta el número de letras. Ellos quemaban la cama agarrándose de cualquier sitio, y nosotros discutíamos si dejarle aquí los pelos largos, pintar las axilas de naranjas, colgar almanaques rojos…

Y del coito nació una foto, y de la charla este proyecto, este viento poniente que querríamos que soplara en tu corazón.

Lugar: Kwale – Kenya