“Sé generoso”.
He escrito estos mantras en madera para no tener que decírmelos en voz alta, murmurarlos, pensarlos todos los días porque ya me da vergüenza.
“Sé sincero”.
Los he escrito en un japo inventado para que si alguien los lee no entienda, quizá para dejar yo también de entenderlos.
“Sé humilde”.
Un impulso, diez, doce vueltas y así de fácil mi plegaria vuela sin dolor, sin darme cuenta hasta las orejas de un dios también de madera.
Lugar: Kyoto – Japón