Después de 172 días, con las ventanas abiertas, nos juntamos.
500 ppm de CO2
Lo malo de las reuniones de los que tenemos mote es que son cortas y rápidas. Lo bueno, todo lo demás.
Hace falta recolocarse en los parques, en los campos, y charlar sin encastillarse. Aunque tengamos que aprender a sonreír con los ojos.
De lo espiritual, de lo religioso, de la curiosidad y de la profundidad.
Echarse para allá y levantarse de la mesa diciendo “comería un poco más”.