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Chris Isaak: Cuando disfrutar de tu trabajo contagia alegría

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Si hay algo que debamos agradecer en un mundo de PVC y luces de colores es la honestidad. Y a esto hay muy pocos que pueden ganar a Chris Isaak, a las pruebas me remito. El concierto que se soltó en el Azkena Rock Festival (espero escribirlo bien y que mi amigo fosilete no se lamine esta entrada) conocido por muchos como Festival de Vitoria (nombre mucho más comercial por otra parte) fue una demostración empírica de la famosa frase los rockeros nunca mueren -aunque pueden entrar en coma, como Bob Dylan un par de horas antes-. El espectáculo del californiano reunió intensidad, belleza, emoción y rock a partes iguales, también agua que llovió mucho. No conozco los nombres de las canciones, salvo los hits wicked game y blue hotel, pero tengo que confesar que me hizo cantar todos y cada uno de los estribillos como si tuviese enganchado Mr Lucky twentyfourseven en el ipod. Repitió el sr. Isaak dos días después en Madrid y me juego un brazo, a ser posible el izquierdo, a qué brillaría (en los bises aparece con un traje que sólo puede definirse como de bola de discoteca) al mismo nivel.

Lástima que tendremos que esperar otros 17 años para volver a verle, su anterior visita fue en 1993, pero puede deciros algo cuando Chris Isaak venga a sus tupeados 71 años yo volveré a verle, y quién sabe quizá sea en vísperas de que España gane su segunda Copa del Mundo(no estoy seguro que fosilete apruebe referencias futboleras, anyway…)

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